miércoles, 29 de junio de 2011

El Ferrocarril. Rentabilidad económica vs Rentabilidad social

Hace unos días se ha sabido que Renfe suprimirá un servicio de Alta Velocidad en el trayecto de Toledo-Cuenca-Albacete. Algunos titulares decían qué “Renfe elimina la línea de AVE…”, otros qué “Renfe cierra una línea a los 6 meses de abrirla…”, y alguno más que hacía especial mención al coste de la construcción de esta línea qué ahora, presuntamente, se iba a desmantelar. Nada más lejos de la realidad.
El error en la comunicación de la noticia, o en la recepción de la misma, ha estado en la utilización de un lenguaje más bien técnico: las “líneas” de Renfe no se corresponden con las infraestructuras. Es decir, cuando Renfe afirma que “suprime una línea”, lo qué está diciendo es que suprime un servicio determinado, no que va a borrar del mapa toda una serie de instalaciones, vías, estaciones, etc.
En el caso concreto de la noticia del inicio, Renfe, dejará de prestar servicio de AVE pasando a prestar un servicio de Avant, mucho más económico en su explotación, como también para los clientes que lo utilicen. En otras palabras, se modifican servicios, se sigue comunicando las ciudades citadas, pero a un coste menor tanto para la Empresa como para los ciudadanos.

Reacciones

Las reacciones de una parte de la población han sido, en mi opinión, bastante alarmantes. La gran mayoría de comentarios giraban en torno a la poca o nula previsión de la Empresa, así como también, a los costes derivados de la puesta en marcha y el cierre del servicio ofertado. Algunos van más allá. Aprovechando esta circunstancia se ha abierto un debate donde el centro de la cuestión era si el Ferrocarril se puede mantener bajo una demanda inferior al 20% de la oferta, y si esto podría tener una cierta rentabilidad económica.
Bien, la respuesta es no. El Ferrocarril difícilmente será rentable en términos económicos. Es imposible que con la recaudación por venta de billetes se pueda mantener un servicio como este, y menos aún mejorarlo.
Pero, ¿es posible que aplicando otros parámetros y nuevas variables se pueda conseguir una rentabilidad colectiva? Bien, la respuesta es sí.

Rentabilidad Social

El Ferrocarril hay que verlo como un elemento cohesionador del territorio. Un hilo conector entre los ciudadanos qué, por motivos diversos, deben de tener la capacidad de poder moverse de un punto a otro de la manera más rápida, segura y efectiva. Es lo que llamamos la movilidad, y en este caso la movilidad sostenible. Decía antes que algún comentario del debate hacía una feroz crítica a la capacidad/ocupación de los trenes. Incluso se empujaba hacia el cierre de líneas (servicios) qué no aportaran, al menos, un mínimo de rentabilidad, poniendo como (mal) ejemplo el caso de Albacete-Cuenca.
No voy a tratar este tema desde el prisma de la “ignorancia independentista sobrevenida”, qué también la hay, sino sobre la ignorancia de quién solo ve lo que tiene a su alrededor.
Si hiciésemos caso de estos comentarios, algunos en columnas de periódicos de reputado prestigio, hoy deberíamos cerrar servicios entre ciudades tan importantes cómo Figueres-Portbou, Reus-Mora, Manresa-Tárrega o Sant Vicenç-Valls.
Esta situación sería un completo disparate, cierto, pero si hacemos caso de la demanda, de los índices de ocupación y lo metemos en la coctelera junto a la rentabilidad económica, el resultado sería aberrante: dejaríamos a una buena parte de la población catalana sin posibilidad de conectar, insisto, por el medio más seguro, al resto del País.
Ahora bien, a la pregunta si el Ferrocarril es rentable para el conjunto de la sociedad, debemos separar dos líneas argumentales.
La primera, y a modo reducido, ya se ha comentado, salvo el año 2010 en el qué el producto AVE consiguió cerrar por primera vez un ejercicio con beneficios, el resto de servicios no lo conseguirá nunca. Por muchos y variados factores, pero el más determinante es el carácter más social que económico que el Ferrocarril ha exhibido históricamente.
Y la segunda es mucho más prolífica. El transporte por Ferrocarril obtiene año tras año un beneficio social y ecológico que, también, deriva en un beneficio económico. Quizás no sea tan tangible como el cálculo gastos/ingresos, pero, si observamos en profundidad entenderemos que la apuesta decidida de los gobiernos por el transporte ferroviario es una apuesta ganadora. Voy a remitirme a los datos del 2010, últimos que tengo en mi poder, para poder hacer un paralelismo.
En 2010, de no haber circulado los trenes de Renfe, se habrían producido 299 millones circulaciones de automóviles, 472.000 de camiones de mercancías y 82.300 servicios aéreos más de los que se registraron en el 2009.
También, todos los servicios ferroviarios permitieron evitar la emisión de 2,3 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera y ahorrar en consumo energético más de 162.000 toneladas petróleo, colaborando de forma muy activa en la batalla contra el Cambio Climático y ayudando, en la medida de las posibilidades al cumplimiento de los Protocolos Medioambientales del Estado y de la UE.
Estas circunstancias, difícilmente tasables en términos económicos, se han visto reforzadas por un mejor aprovechamiento de los costes externos, y por la puesta en marcha de nuevos servicios – y vehículos – con un menor coste de explotación, consiguiendo en término reales un ahorro para la sociedad de más de 2.300 millones de euros.
Cómo complemento, diré que el desglose del ahorro de los costes externos se ha generado de la siguiente forma: Cercanías (816,1 millones de euros), Mercancías (711,3 millones), Alta Velocidad-Larga Distancia (568,1 millones) y Media Distancia (202,3 millones).

Y aún hay más. Los servicios de Renfe durante el 2010, y en términos tan fríos cómo los estrictamente económicos evitaron, al conjunto de la sociedad, unos gastos de 647M€ en concepto de accidentes, 591M€ al cambio climático, a la contaminación atmosférica una cantidad cercana a lo 500M€, a la congestión urbana, 360M€, y a otro efectos y derivados más de 210M€
Números fríos. Las estadísticas es lo que tienen. Pero, la realidad es tozuda, y cuando se pone encima de la mesa todos los datos respecto a una circunstancia concreta, la visión que tenemos de ella puede variar considerablemente.

Ganamos todos

Con el Ferrocarril ganamos todos. Ahora debemos dar un paso más y abrir los ojos. No todos nuestros conciudadanos viven en nuestro barrio. Hay otros barrios, pueblos y ciudades que también tienen el mismo derecho a acceder a un transporte como el Ferrocarril. Por eso no entiendo alguno de los comentarios que he leído.
Antes he nombrado cuatro trayectos de cuatro líneas que transcurren por nuestro territorio, de verdad ¿alguien está dispuesto a, por una simple cuestión económica, condenar al ostracismo a estos territorios?

Yo no.